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lunes, agosto 28, 2006

Los virus no mueren de viejos
  • Un estudio aporta nuevos datos sobre la capacidad de contagio de estos microorganismos
  • La mortalidad de estos patógenos se relaciona con cambios externos y no con el envejecimiento. Su capacidad de multiplicación está inversamente relacionada con el tiempo de supervivencia

Una reciente investigación aparecida en PLoS Biology ha demostrado que existe una relación inversa entre la capacidad de multiplicación de un virus y su mortalidad. Este trabajo sirve para reafirmar el concepto de que los virus son organismos vivos, una cuestión que algunos ponen en duda.


A diferencia de otros seres, los virus necesitan de todo el aparato molecular del organismo que infectan para poder reproducirse. Sin embargo, también poseen una serie de características que los aproximan a otros seres vivos como su capacidad de mutación, su respuesta evolutiva a presiones del entorno o el hecho de que pueden encontrarse en diferentes fases de su ciclo vital.

La investigación que ahora sale a la luz ha utilizado virus que infectan a bacterias, denominados bacteriófagos o fagos, para explorar la existencia de compensaciones o sacrificios en el ciclo vital de estos microorganismos. En concreto, el trabajo se ha centrado en la relación entre mortalidad o "envejecimiento" viral y la capacidad de reproducción. Para ello estudiaron 16 tipos distintos de bacteriófagos y sus ciclos vitales dentro de las bacterias.

La historia natural de los virus

El estudio sobre la mortalidad viral demostró que más que un proceso de envejecimiento, los virus mueren como consecuencia de un evento aislado que consigue romper la cápsula que envuelve a este microorganismo. Esto suele deberse a cambios bruscos en la temperatura o a un aumento de la presión en el interior de dicha cápsula por acumulación de ADN. Por tanto una mayor densidad del ADN viral suele condicionar una mayor fragilidad del virus.

Por el contrario, la mortalidad disminuye en proporción directa a la superficie del virus, lo que apoya el concepto de que los virus más estables son aquellos con una cápsula más reforzada. El ritmo de multiplicación, o capacidad de reproducción dentro de la bacteria, de cada uno de los 16 virus estudiados también resultó estar relacionado con la mortalidad viral. En este sentido, los investigadores observaron que los de mayor capacidad reproductiva tenían tasas de mortalidad más elevadas.

Estas tres variables: densidad del ADN, superficie del virus y ritmo de multiplicación, han sido utilizadas por los investigadores para desarrollar un modelo que explica el 90% de las diferencias de mortalidad encontradas entre los 16 tipos virales estudiados.

En opinión del editorial que acompaña al trabajo, "este hallazgo sugiere que los modelos de evolución viral vigentes hasta ahora, que asumen que la capacidad de transmisión aumenta con la virulencia, podrían no ser ciertos…". El trabajo realizado por Marianne De Paepe y François Taddei, de la Universidad de Paris (Francia), demuestra que la capacidad de transmisión o contagio de un virus no sólo depende de su tasa de multiplicación sino también de su mortalidad, dos variables que están inversamente relacionadas.

La compensación entre la mortalidad y la capacidad de reproducción de los virus es una propiedad típica de los organismos vivos que evolucionan en medios restrictivos. Es una relación muy similar a la observada en animales superiores como los mamíferos en los que existe una relación inversa entre longevidad y fertilidad. La mejor adaptación de cada especie al medioambiente es la que consigue un mejor equilibrio entre estos dos rasgos.
Los hallazgos de esta investigación, realizada con virus que infectan bacterias (bacteriófagos), serán indudablemente de utilidad ya que este tipo de microorganismos es el empleado mayoritariamente en los estudios de biología molecular y genética realizados en los últimos años.
http://www.elmundo.es

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